Este lunes 5 de agosto, la Bolsa de Nueva York experimentó una de sus peores jornadas en años, en medio de un pánico global que afectó los mercados financieros. Los temores de una posible recesión en Estados Unidos, sumados a las tensiones económicas con Japón y la apreciación del yen, provocaron caídas significativas en los principales índices bursátiles.
El índice Dow Jones cerró con una caída del 2.60%, marcando su peor día desde 2022. El Nasdaq, alcanzando niveles no vistos desde mayo, perdió un 3.43%, mientras que el S&P 500 descendió un 3%. Todos los valores del Dow Jones terminaron en territorio negativo, y los 11 sectores del S&P 500 registraron pérdidas. El índice VIX, conocido como "el índice del miedo", alcanzó su nivel más alto desde marzo de 2020, reflejando una mayor percepción de riesgo entre los inversionistas.
Las bolsas europeas también sufrieron fuertes retrocesos. En París, el CAC 40 cayó un 1.42%; en Londres, el FTSE 100 perdió un 2.04%; Frankfurt registró una disminución del 1.82%; Madrid retrocedió un 2.34%, y Milán bajó un 2.27%.
En Asia, las caídas fueron aún más pronunciadas. El índice Nikkei 225 de Tokio, que ya había perdido un 5.8% el viernes anterior, se desplomó un 12.4%, equivalente a 4,451.28 puntos, cerrando en 31,458.42 unidades. Este descenso marcó un nuevo récord negativo, superando incluso la caída histórica de octubre de 1987. La apreciación del yen, en medio de tensiones comerciales y políticas con Estados Unidos, exacerbó la situación, afectando aún más a las exportaciones japonesas y contribuyendo al desplome.
Tras el desplome global, conocido como "Lunes Negro", el presidente Andrés Manuel López Obrador abordó la situación en su conferencia matutina, asegurando que México está preparado para enfrentar una posible crisis financiera, gracias a las reservas suficientes para manejar la depreciación del peso.
En redes sociales, los usuarios comenzaron a investigar el concepto de "crisis financiera". Según la UNAM, una crisis financiera es una perturbación abrupta que resulta en una pérdida significativa de valor en instituciones o activos financieros cruciales para la economía. Estas crisis pueden originarse en problemas dentro del sistema bancario, mercados de divisas, bolsa de valores, o en la deuda pública, desencadenando un desequilibrio entre la oferta y demanda de recursos financieros.